25/10/08

*

Acostumbrada a acendrar los acromáticos adentros de las caricias, sufría como acabose el abandonismo a lo acerbo. Aborrecía lo abstruso sintiéndose únicamente abertzale del alma.
A posteriori, hacía ademán de acorazarse delante de cualquier sentimiento que podía parecerle una amenaza. Pero, en sus adentros, un ácrata ahogado se abandonaba a los acontecimientos.
Ella se ausentaba aliterando...

No hay comentarios: